En este momento estás viendo La Transición a Dormir Solos

La Transición a Dormir Solos

Uno de los grandes cambios en la vida del niño/a, y en la de sus padres, es la transición al sueño solo. Se trata de un momento significativo que va más allá de dormir en camas o habitaciones separadas. Simboliza el inicio de la independencia del pequeño/a y la posterior “desvinculación” con sus padres.

¿Cúando es el momento?

Para hacer frente a este cambio, lo más importante es que ambos progenitores estéis seguros de dar el paso. Y os sintáis empoderados para afrontar el cúmulo de emociones que pueden aparecer como consecuencia. Ya que la tristeza, la nostalgia, la preocupación o incluso la culpa y el rechazo, pueden aflorar de forma muy intensa. Y alterar creencias y pensamientos, haciendo que os replanteéis, a cada instante, si estáis haciendo lo correcto para vuestro hijo/a.

Una vez tomada la primera decisión, será importante tener en cuenta que no existe un manual de orientaciones generales que funcione para todos los casos. Cada niño/a es un mundo. Al igual que la familia a la que pertenece. Por lo que las recomendaciones globales deberán adaptarse en función de; la edad del niño, su temperamento, el tipo de vínculo establecido, el espacio en el que vaya a dormir, la presencia de otros hermanos, etc. Es por ello, que cualquier recomendación que podáis encontrar en este texto deberá ser adaptada en función de vuestras necesidades.

¿Cuáles son las mejores estrategias?

La cantidad de estrategias posibles es grandiosa, y los cinco primeros años de vida resultan un abanico temporal en el que suceden grandes cambios. En las áreas del desarrollo (cognitiva, del lenguaje, motriz, socioemocional, autonomía, relaciones sociales…). He decidido centrar las estrategias en niños/as que ya tengan o estén cerca de cumplir los 3 años. Ya que es uno de los momentos en el que muchos papás se plantean iniciar esta transición.

Por tanto… ¿qué podemos hacer si el peque está en esa franja de edad y nos gustaría que empezara a dormir solo?

En primer lugar, debemos diferenciar entre casos en los que el peque duerme en una cuna. O los que duermen en la misma cama que papá y/o mamá; si es así recomiendo poner una cama supletoria en la misma habitación que los adultos antes de cambiar a una habitación independiente. Así incrementamos la distancia física y “emocional” de forma progresiva.

Es muy importante que dicho cambio no se desarrolle en un momento en el que se estén dando otros cambios vitales para el sistema familiar. Como el nacimiento de un hermano, una mudanza, la separación de los progenitores… Tenemos que tener en cuenta que es un paso representativo en el que el menor necesitará mucho acompañamiento. Por lo que es importante que solo él/ella sea el protagonista para evitar se sienta rechazado e invisible.

Deberemos asegurarnos de que el pequeño/a no corre riesgo de hacerse daño en caso de levantarse de madrugada. Para ello, podemos utilizar: camas a ras del suelo, dormir solo en un colchón, utilizar esquineras para la estructura de la cama o barreras físicas. (con una distancia entre barrotes suficientemente estrecha como para que no quepa la cabeza, brazo, pierna…) para evitar una caída desde una cama más alta.

Gozar de una buena rutina del sueño, estable y de calidad, podríamos considerarlo un requisito para realizar esta transición. Si el niño/a tiene dificultades para dormir o se despierta muchas veces durante la noche. Mejor esperar y no hacer el cambio en ese momento, ya que podría hacer que el sueño empeorara.

Una vez los elementos “básicos” están controlados, podremos hacer el proceso más fácil…

  • Si le hacemos partícipe del cambio y le ofrecemos la posibilidad de tomar decisiones y elegir cómo quiere que sea su nuevo lugar. Podemos pedirle que elija el color de las paredes. Escoger sus sábanas, cómo quiere colocar los juguetes, si quiere poner pegatinas en las ventanas, etc.
  • Si le anticipamos cuándo se dará el cambio, pero siempre teniendo en cuenta que a estas edades todavía no existe una conciencia temporal desarrollada. Podemos seleccionar de forma conjunta un momento exacto que el pequeño pueda comprender. Por ejemplo, el fin de semana; Que no hay cole y contar con que la preparación de la propia habitación servirá, en sí misma, como elemento anticipatorio.
  • Si realizamos un ritual de despedida de la antigua habitación. Por ejemplo, hacer el “último” juego en esa cama, hacer una cena especial la última noche, decirle adiós a la habitación antigua…
  • Si le ofrecemos elementos como mantas, cojines, almohadas, peluches o cualquier otro objeto con el que pueda sentirse arropado y recogido en su nueva cama.
  • Si le acompañamos a la hora de ir a dormir y le leemos un cuento, le cantamos una nana, le damos la mano, le acariciamos… También podemos dejar una lucecita de noche encendida.
  • Aunque no nos permita descansar adecuadamente las primeras noches. Le ayudamos a volver a su cama si se despierta. Evitamos reforzar la conducta de ir a la cama de papá/mamá con el propio hecho de poder quedarse en ella.
  • Le reconocemos cualquier pequeño paso y le hacemos saber lo orgullosos que estamos.  
  • Le expresamos comprensión y NUNCA deslegitimamos sus emociones: “Hijo/a, sé que tienes miedo y que estás triste. Si no te sientes bien, solo tienes que llamarme. Yo estaré aquí”. 

Todas estas estrategias pueden sernos útiles en algunos casos, pero también es posible que no siempre sean las más adecuadas. Como he dicho antes, cada niño y su familia son diferentes y será importante analizar bien todos los elementos antes de iniciar dicha transición. No obstante, si lo necesitáis, aquí encontraréis un espacio en el que tomar ideas. Sentiros más seguros y encontrar los ánimos para iniciar este cambio tan significativo. En la vida de todo niño, empieza por las personas más importantes de su vida: vosotros, sus padres.

Lorena Jordà

Psicóloga

Deja una respuesta