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¿Cómo explicar la diversidad funcional?

En la educación de nuestros hijos hay que incluir la enseñanza de la diversidad como un rasgo más de la igualdad. Los individuos que componen nuestra comunidad son diversos. Para ello, es fundamental mostrar a nuestros hijos las diferencias entre las personas que convivimos. Aunque nos empeñemos en crear una norma e intentemos que todos los miembros se ajusten a ella. No deja de ser una utopía pretender que todos seamos iguales.

Dentro de las múltiples diferencias que nos acompañan a cada uno de nosotros, hay algunas más visibles que otras. Entre ellas se encuentran algunas características asociadas a la diversidad funcional. Parte de ellas son apreciables a simple vista como la Parálisis Cerebral. Otras en cambio, son menos observables, o invisibles, como el Trastorno del Espectro Autista. 

¿Cómo actuar en el primer encuentro?

En el primer encuentro de nuestro hijo con otro niño con diversidad funcional, tenemos la posibilidad de enseñar qué es. Y llevar a cabo una normalización de algo que hasta hace no mucho se rodeaba de tabúes. Es importante actuar de forma ejemplarizante ante nuestros hijos y ser los primeros en actuar con normalidad. Debemos ser empáticos, pero sin lástima, dado que es importante no utilizar términos peyorativos para referirnos a ellos, como: “malitos” o “especiales”. 

Por norma general, los niños son más naturales que los adultos, por lo que su reacción ante algo nuevo suele ser de curiosidad. Debemos permitir que pregunten tanto a la persona con diversidad funcional como al acompañante, puesto que esa interacción enriquecerá a ambos en muchos ámbitos diferentes. De este modo nuestro hijo no se llevará una primera impresión extraña, ocasionada por expresiones tales como: “está malito”, “está enfermo”, “es especial”, etc. Con esta naturalidad habremos conseguido que la diferencia no sea un impedimento en la relación entre ambos niños. Sino que sea un motivo de aprendizaje y satisfacción de la curiosidad por lo desconocido.

Tratemos la situación con normalidad

Es imprescindible ayudar a la comprensión mediante ejemplos concretos que faciliten que ambos se puedan entender. Para ello, debemos dejar que fluya la interacción, siendo nosotros mismos los que debemos ejemplificar nuestra conducta tratando con total normalidad la situación. Y tomando parte de la conversación para que nuestro hijo naturalice la diversidad como algo que existe y no hay que ocultar. No debemos infantilizar la conversación al dirigirnos a una persona con diversidad funcional. Tenemos que conversar desde un prisma neutral fijado por su edad y no por su aspecto. 

Con esta actitud lograremos una inclusión real

Con esta actitud frente a la diversidad. Lograremos que las generaciones futuras alcancen una normalidad frente a las diferencias entre los individuos que componen su comunidad. Asimismo, habremos puesto una baldosa más en el camino que llevamos construyendo no tanto tiempo. Cada paso que demos hacia la inclusión real y total de cada miembro que convive con nosotros. Hará que el entorno en el que vivimos sea más igualitario y solidario. 

Carlos de Antonio

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